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En memoria de René Bascopé Aspiazu

rené bascopé aspiazu

Omar Rocha Velasco

Literato

"Bascopé Aspiazu transcurre por las orillas, por los fantasmas de la propia ciudad: artilleros, aparapitas y locos”.

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La ciudad de la penumbra

rené bascopé aspiazu

Juan Pablo Piñeiro

Escritor

Jueves, 24 de julio de 2014

"Lo que queda es otra cosa, queda el misterio. Queda la pregunta. Queda el inicio de una obra que no ha sido acabada porque aquel que conoce sus secretos ha desaparecido del mundo”.

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Deschapando un poco a René

rené bascopé aspiazu

Memorias

Jaime Nisttahuz

Jueves, 24 de julio de 2014

A la memoria del hermano en la

comprensión de la incomprensión

(J.N.)

No fue un amigo de infancia. Ambos ya escribíamos al conocernos.

Él tenía más formación política que yo. Aunque todos somos más o menos animales políticos, en mi caso, más escéptico y anárquico. Y es que los libros sobre política no son agradables, son tediosos y plagados de muletillas y lugares comunes. Carecen de pensamiento y abundan en sociologías.

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Encomio de René Bascopé

rené bascopé aspiazu

En la política, en la literatura y en el exilio. Crónica y memoria de una amistad con diferentes momentos y destinos.

Jueves, 24 de julio de 2014

Ramón Rocha Monroy

(El Ojo de Vidrio)

Escritor

"El René, Basquito, Travolta, Clark Kent, pertenecía a un grupo que se llamaba con humor Los Iracundos, porque todos eran cortos de vista y usaban lentes de grueso carey”.

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La tumba infecunda

rené bascopé aspiazu

Fragmento inicial de la novela más conocida de René Bascopé, que será reeditada en la colección Papeles de Antaño de la revista La Mariposa Mundial.

Jueves, 24 de julio de 2014

René Bascopé Aspiazu

Escritor

 "Fue en los tiempos del cometa, días en los cuales el pueblo careció de noche, pues el gigantesco astro, con una cola que atravesaba casi la tercera parte del cielo, iluminaba de tal manera que en poco tiempo los animales habían enloquecido”.

Ficción

Si al doblar el último recodo del callejón que lo conducía a su cuarto no hubiera tropezado con un perro muerto, negro, pequeño, cubierto con un nylon sucio del que sobresalían las patas traseras y el hocico, y si las moscas, al espantarse del cuerpo yacente, no hubieran producido un gemido nítido, parecido a un suspiro, ese jueves habría sido uno de los días más gloriosos y rotundos en la vida del mayor Constantino Belmonte.


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